Me refiero a esos besos que les son pedidos en tantas ocasiones y que ellos en general no son muy proclives a dar… mirad el video y luego me gustaría que nos contárais qué os parece:
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La piscina de invierno
Desde que Rodrigo cumplió seis meses he estado yendo a piscinas en las que se impartía matronatación.
Cuando eres mami primeriza es un clásico; hoy en día si el niño no va a natación, no eres nadie, ja, ja. Son esas necesidades que consigue crearnos la sociedad, pero, bueno, en esta ocasión y dado que es un deporte muy bueno, muy estimulante físicamente y he visto cómo le vino de bien a Rodrigo, lo acepto encantada.
Pero ocurre que he visto a niños de las clases de los mayores que ya tienen que entrar solos(pobrecitos, con sólo dos años) llorar y llorar al comienzo e incluso durante toda la clase y entonces a mí aquello ya se me convierte en un cabreo semanal.
Les he visto desconsolados, mirando a sus profesores con miedo, desangelados, vomitando día tras días y a la bruja de su profesora decirles….¡no se te ocurra volver a vomitar! He visto las caras de hastío del grupo de profesores mirándose entre ellos como diciendo…
En la primera piscina a la que llevé a Rodrigo había una pobre niña muy pequeña que no sé por qué entraba sola en la piscina. Estuvo meses gritando y llorando desesperada. Yo no conseguía entender cómo la seguían llevando…
Pero voy a intentarlo, venga:
- «Es muy importante que un niño aprenda a nadar por si se cae a una piscina». Me gustaría saber cuales son las posibilidades reales de que en ese caso, alguien menor de cinco o seis años no entré en pánico y se ahoga, aún sabiendo nadar.
- «Acabará entrando contento como pasa en las guarderías, que lloran al principio, pero luego no se quieren ir». Yo, a eso, lo llamo adaptación al medio, vamos, a lo que no me queda más remedio, pero incluso creyendo que esto es bueno…si pasan dos meses, tres y tu hijo sigue diciendo…Aarón no, Áaron, no (su profesor de natación). Vomita casi siempre. Todos los días te mirá desconsolado, suplicándole con la mirada que no lo dejes solo. ¿Cómo puedes seguir llevándolo?
- «Así nunca va a aprender a nadar» Dále tiempo a sea más maduro, llévale con otro profesor más atento, espera al verano y que dé clases en una piscina al aire libre estando tu cerca.
El miedo al agua es tan legítimo como cualquier otro y aunque está muy bien ayudar a superarlo, por favor, no hacerlo a base de empujones.
Pufffff, yo me pongo mala. ¡No puedo!
En la escuela a la que van Martín y Aitana ahora pasa todo esto y me pregunto: ¿yo puedo hacer algo? Un día quise decírselo a una madre, pero cuando fui a acercarme a ella tuve la sensación de que sabía lo que estaba pasando y creía ingenua o cómplice que lo que pasaba terminaría el día que el niño se adaptase.
Y luego, lo que decimos a veces:
¿Puedo yo meterme en algo que veo por la calle?
eso da para otro post..
Tengo claro que mis hijos pequeños no van a ir con ninguno de los profesores a los que he visto no tratar con empatía a los niños y si no pueden ir, no irán. Ya veremos qué hago llegado el caso.
¿Qué opináis sobre esto? ¿Hay que insistir? ¿Os dan ganas de consolar a esos niños?
¿Es niño o niña?
Seguro que recordáis que en vuestro embarazo esta es una de las preguntas que más os hicieron.
¡Qué curiosidad nos provoca saber si lo que viene es un niño o una niña! ¿verdad? Quizás nos enfrenta con nuestros deseos o nuestras frustraciones o quizás tenemos ambos sexos en nuestro cachorrerío y es por ponerle una cara aproximada.
Pero hay familias para las que estas cuestiones son de suma importancia: Si hay muchos pequeños de un mismo sexo, se espera con ansia la llegada de un nuevo ser… pero del sexo que escasea… y cuando el pobrecito que llega no cumple las expectativas, hay un punto de decepción que al menos los adultos que son conscientes de ello, necesitan superar para aceptar a ese niño o niña.
En nuestra sociedad occidental actual se tiende mucho al deseo de tener niñas; incluso un día leí que un gran porcentaje de familias numerosas se dan cuando los primeros son niños y se está buscando a la niña. Siento no poder dar la fuente.
A mí, que me tocó un chico la primera vez y que me convertí en gran defensora de las virtudes masculinas en la infancia –suena un poco absurdo, lo sé, pero es que hay tanta apasionada de las niñas :)- al quedar embarazada de mellizos hubiera preferido otros dos niños a dos niñas, pero más bien por no dejar a Rodrigo en una casa llena de mujeres que por otra cosa.
Luego llegaron Martín y Aitana y equilibraron la casa: dos chicos y dos chicas.
Pero mientras estaba embarazada ocurrió algo que me volvió a enfrentar con estas pasiones de algunos por tener niños del sexo que quieren tener o si no, disgustarse:
En la semana 28 a Aitana la encontraron un quiste en el plexo coroideo: al unir la palabra cerebro, con quiste se entra inexorablemente en pánico, o sea que ahí estaba yo, luchando por creerme lo que me decían los médicos pero sumida en el miedo cuando una persona me escribe diciendo que se había llevado un gran disgusto al enterarse que su segundo hijo no era una niña como deseaba si no un niño…
Yo, que llevaba días intentando controlar la situación, no pude por menos que decirla que cuando a uno nunca le han dado un susto en una ecografía se permite esos lujos de desear niños o niñas.
Lamentablemente las que hemos pasado abortos, reproducción asistida etc entendemos rápidamente la maravilla que es un niño por simplemente ser quien es y nos duelen esos pensamientos.
¿Y tú? ¿A pesar de que racionalmente no lo pienses, instintivamente tienes una querencia?
Cuéntanos, no te cortes. Seguro que aprendemos todas.