Hacer un par de meses recibí un correo en el que una lectora del blog, E., me compartía cómo había llegado a lo más profundo de su proceso de Reproducción Asistida y había conseguido salir.
Como siempre que leo relatos sobre cómo se ha podido superar o «sobrevivir» a esto, la manera de trasmitirlo es sencilla, aparentemente podría parecer que no ha costado mucho, pero como detrás de cada historia nuestra, se esconde toda una vivencia minuto a minuto, estación a estación, pinchazo a pinchazo.
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En el relato de E. hay tres aspectos de los que me gustaría hablaros, pero antes, lee el párrafo que más me llamó la atención:
La última inseminación fue hace tres meses: Terminé en julio con 13 kilos de más y la moral por debajo del suelo. No sabía qué hacer; si llorar, si correr y no parar… no sabía, estaba muy mal, me veía gorda, poco atractiva y con todo mi circulo cercano lleno de embarazos y bebés.
El más doloroso fue el de mi hermano y su mujer, se quedaron embarazados en mi cuarta inseminación, a mí me bajó la regla y a ella le dio positivo.
Pues no sé cómo lo hice pero volví a correr, me puse a dieta, volví a salir, y me fui recuperando y preparando para lo que iba a venir.
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Antes de analizarlo, quiero contarte el final por que vamos a tener más perspectiva sobre lo que ella me escribió: tras las tres inseminaciones decidieron pasar a fecundación In invitro y logró por fin su embarazo que aun con el miedo que siente E. y que casi todas las que hemos pasado por esto tenemos, va viento en popa.
1º Cambio de tratamiento:
Como ya hemos hablado en otras ocasiones entre el segundo y el tercer tratamiento negativo se produce una inflexión para los pacientes.
Aunque desde el primer negativo lo hayamos pasado mal, es al llegar aquí cuando muchos pacientes deciden incluso dejar los tratamientos.
Para los que deciden continuar, cada vez más médicos les proponen cambiar de tratamiento. Dar un paso más allá y adentrarnos en algo más complejo.
Así lo hicieron E., su pareja y los médicos y lograron el embarazo en su primera FIV. Por supuesto que esto no ocurre siempre, pero sí las suficientes como para animarte a desechar miedos si tu médico os lo recomienda.
2º El estado emocional y nuestros físico:
E. Me dice que se siente muy mal, gorda, poco atractiva, sin control sobre sus sentimientos… ¿Te suena? Incluso si eres de las afortunadas que no han ganado peso, es más que probable que al menos tu estómago se haya hinchado debido las hormonas.
Se nos mezcla la autoestima con lo que la medicina hace en nuestro cuerpo y el resultado es una bomba para nosotras mismas.
3ª Los que nos rodean:
¡El mundo entero es un embarazo! Las sonrisas de querubines flotan en el ambiente de muchas familias y ves como tus seres más queridos van logrando aquello que tú, por ahora (recuerda esto, sólo es por ahora), no puedes alcanzar.
¿Quién no ha vivido esta situación e incluso algo más doloroso si cabe? El nacimiento de algún bebé cercano con el que el que el tuyo habría coincidido en el tiempo si no lo hubieras perdido en algún momento de la gestación.
4º Go, go, go
Estás así, abajo, abajo, flojita, desubicada, disociada… Y de repente… ¡Luzzzzz! Una no sabe cómo ha sido, quien la ha traído, si has sido tú o el tiempo, pero de repente ahora sí le hemos visto y sentido. Hemos vuelto a ver la esperanza y la posibilidad de aguantar un poquito más.
A E. le pasó y pudo
Volver a reencontrarse consigo misma y entre otras cosas haciendo aquello en lo que yo os insisto tanto: hacer ejercicio, para ella fue el Running (una de mis pasiones actuales) pero puede ser andar, yoga, natación, zumba… busca el tuyo y tu cabeza empezará a ir de otra manera, de verdad.
Cuando ella me escribió todo esto todavía no había logrado su embarazo, pero éste ha acabado llegando y nunca sabremos si fue por este cambio que consiguió hacer o realmente ha sido algo puramente biológico.
Aunque como me dijo un día una de mis ginecólogas tras lograr un embarazo:
En el fondo ya ¿que importa?
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