La mirada del otro: No soporto dar pena

Esta frase es muy repetida entre los pacientes de reproducción asistida a las que el proceso se nos alarga demasiado.

Incluso cuando eres una persona que ha querido vivirlo abiertamente, compartirlo con familiares y amigos llega un momento en el que ver sus caras de penita hacia nosotras, es algo que no podemos soportar.

 

Te sientes pequeña, que te ven como un animalito desamparado que necesitara mimos y no es eso lo que quieres. 

 

Quieres un hijo y dejarte de contemplaciones.

No quieres esas miradas de: ay, pobre… qué mal lo debe estar pasando, ojalá pudiera ayudarla.

Y sabes, por supuesto que detrás de esas personas hay una sincera preocupación y deseos de que todo te vaya bien, pero tú, lo sientes, pero ya no puedes soportarlas más.
 

la mirada del otro

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Y entonces llegamos a hacer cosas que los de nuestro alrededor no acaban de entender: desaparecer de los grupos de WhatsApp, no ir a ver al sobrino recién nacido al hospital, o dejar de contarle los tratamientos a quien te ha estado acompañando hasta entonces.

Y sabemos que para los demás es difícil tratarnos, que no es fácil entender hacia dónde va nuestra cabeza en este tema.

Pero nosotros tampoco sabemos explicar mejor que es lo que necesitamos porque en realidad vamos a pasar por tantas situaciones diferentes durante los tratamientos de reproducción asistida, vamos a estar tan agotadas intentando lidiar con nuestros sentimientos que si los demás no saben cómo tratarnos, es posible que acabemos alejándonos sencillamente porque ya no podemos con más frentes.

También yo hice de las mías.

 

¿Hasta que extremo llegué para no recibir esas miradas?

 

Cuando empecé la búsqueda de mi segundo hijo, y dado que aunque tuve que hacer primero cinco inseminaciones, el embarazo llegó en la primera fecundación invitro, imaginaba (inocente) que como mucho me iba a costar una o dos.

Y todo eso, a pesar de la sentencia que me echo mi ginecólogo tras ver que todos los análisis hormonal es estaban exactamente igual que hacía tres años:

 

Sí, pero por tus óvulos han pasado tres años

 

Total que empecé a hacerme estimulaciones, punciones, transferencias, logré embarazos, los perdí y en todo momento estaba el personal de recepción siempre adorable, pero con sus miradas, repito siempre amables y empáticas… pero que llegó un momento que eran como cuchillos que me abrían el corazón en canal y me llevaban directamente a un océano de lágrimas.

Así es que, durante la betaespera número ocho o nueve y tras llegar a la conclusión de que ese tratamiento tampoco había funcionado decidí que no iba a la clínica a hacerme el análisis de sangre.

 

betaespera

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Me ahorraba las miradas de pena, la conversación con la enfermera y sobre todo la llamada para darme en negativo.

Juro que en ese momento no podía resistir la más.

  • ¿Que fue un error? Por supuesto
  • ¿Que no se debe hacer? ¡Claro!
  • ¿Que los síntomas de embarazo y no embarazo pueden ser los mismos? Lo se
  • ¿Que estaba sometida a un estrés máximo? Gigantesco
  • ¿Que podía estar perdiendo el control? Sí, hacia ello iba

Incluso en el momento que lo estaba no haciendo, me daba cuenta de lo absurdo que era, pero estaba decidido.

Afortunadamente fue esa única vez.

Luego volvió la cordura a mí, volví apoyarme en mi grupo de terapia que fue el que me sostuvo durante los tres años que tarde en lograr el embarazo de Aitana y Martín y pude aceptar más fácilmente la miradas sinceras de todas la personas que se preocupaban por mi: amigos y familiares.

 

Te invito a compartir como sientes esas miradas. Muchas me escribís directamente a mi, pero os invito a hacerlo aquí ya que hará que muchas mujeres sientan que no están solas y  que sus sentimientos no son patológicos, sino consecuencia de lo que están viviendo.

Si te ha gustado el post y quieres compartirlo, me encantaría. Muchas gracias.

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Eva María BernalEva María Bernal Eva María Bernal