Mi maternidad asistida: Adopción de embriones… ¡y bingo!

Llegamos a la cuarta y última parte del camino que recorrí para llegar a mis segundos hijos.

Fue un auténtico viaje a Australia mucho más duro de lo que nunca hubiera podido imaginarme pero que afortunadamente tuvo un final feliz.

Si antes quieres ver las tres primeras parte de esta serie, haz click en el título:

Mi maternidad asistida: Toma de decisión y 5 inseminaciones

Mi maternidad asistida: La FIV que trajo a mi hijo y qué planeé después

Mi maternidad asistida: 4 FIV y 3 donaciones de óvulos ¿Quién da más?

 

La verdad es que el punto en el que me encontraba cuando tomé la decisión de ir a adopción de embriones era algo inimaginable tres años antes.

Siempre dije que para mí la condición indispensable para poder pasar a donación de óvulos, en mi caso era, ser capaz de hablar con mi hijo sobre el tratamiento que había hecho y por qué había renunciado a mis genes. Y poder hablar acerca de sus orígenes hasta donde la ley nos permitiera.

Una vez aceptado eso, seguía viendo la adopción de embriones algo para lo que no sabía si estaba preparada para dar respuesta y como suponía que iba a lograr el embarazo con la donación de óvulos tampoco me preocupaba excesivamente.

Llegados al punto en el que la última transfer dio un bioquímico y estaba ya en el final absoluto, fue cuando sentí que sí, que podía hablar de cómo había llegado hasta allí.

Porque como ya he hablado en mi libro «Ser madre por adopción de embriones, el punto de vista emocional» creo que no es lo mismo para el niño que va a nacer el que venga de una donación de óvulos o de una donación de embriones. No, no es lo mismo.

Eso sí, le iba hacer sola, no quería que lo supiera nadie. Lo tenía clarísimo, no podía con más miradas, más palabras, más comentarios. Mucha gente me quería ayudar pero yo estaba en una especie de huida hacia delante en la que seguía confiando.

La fuerza que me acompañó en mi caso fue pensar que si una vez todo se había conjugado en mí para que el embarazo de Rodrigo saliera adelante, podía suceder una vez más. Ahí estaba mi motor.

Mis pobres terapeutas… ¡las tenía un poco desesperadas! Debían pensar: esta chica se nos va de la mano y no podemos hacer nada.

Se lo dije a ellas por que me parecía absurdo ocultárselo a las únicas personas que estaban ahí para acompañarme sin emitir ningún tipo de juicio.

Y sí, había llegado esa conjunción que esperaba..

Embarazo tras reproducción asistida

Imagen cortesía de Ambro © Freedigitalphotos.net

 

Análisis de sangre: B12 demasiado baja y medicación a tope para corregirla.

Transferencia en ciclo natural de dos blastocistos

¿Mi miedo? Un negativo o un nuevo aborto

 

Y bueno, lo demás ya es historia…

Eso sí, yo soy de las que hubiera dicho hace tiempo: a mí nunca, jamás, imposible, inimaginable, que no que no, que yo gemelos no, que para eso me pongo los embriones de uno en uno, que soy muy consciente de lo que estoy haciendo y cuál es mi situación.

Claro, que luego viene la vida y te pone en tu sitio. Beta de 550 y embriones latiendo antes de la semana 6. Muy fuerte.

Y el embarazo fue bien, la cesárea (por colestasis y mala posición de los bebés) fue bien, la lactancia de los niños duró tres años y están muy sanos.

Pero, Dios santo para llegar hasta ahí…

 

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Acerca del autor

Eva María BernalEva María Bernal Eva María Bernal